Sr. D. Ricardo Eliécer Neftalí. Donde quiera que se encuentre.
Admirado Poeta. :
En primer lugar pedirte disculpas por dirigirme a ti por tu nombre de pila, pero es que yo también soy coleccionista, y, aunque colecciono seudónimos (además de otras cosas), también recopilo nombres propios de poetas y me gusta mostrarlos.
Una vez aclarado por mi parte el motivo por el cual me he dirigido a ti por tu nombre de pila, paso a exponerte la razón de esta carta:
Hace algunos años conocí a un compatriota tuyo y me habló de ti, de tu poesía, de tu humanidad y de tus colecciones. Por aquel entonces yo coleccionaba ilusiones etéreas que a nadie mostraba por temor a no ser comprendido. De hecho es hoy la primera vez que saco a la luz algunas piezas de mi colección y lo hago para enviártelas, pues sé que no tendrás ningún problema para recibirlas.
Aparte de las colecciones arriba citadas también recolecto llantos, miradas, suspiros y besos y, es de estas últimas colecciones de la que quiero enviarte algunas esencias para conmemorar el cuarenta aniversario de tu partida. No quiero parecer grandilocuente pero creo que puedo presumir de una colección bastante completa, ya que comencé a coleccionarlas nada más abrir los ojos a este mundo y como en cualquier colección que se precie, todos sus componentes son únicos, lo que no es óbice para enviarte alguno de los más preciados.
He buscado en el crisol donde guardo los llantos y, aunque no lo creas, me ha costado mucho decidir cuál mandarte. Tras ardua meditación he decidido enviarte el primer llanto de mi hija, ¡ha estado tanto tiempo en mi alma¡ y, como otro jamás ocupará su lugar, cuando mire la oquedad que ha dejado, no tendré dificultad en recordarlo.
Del anaquel de los besos, el primero, ése que nunca se olvida, el que hace preguntarme dónde estarán aquellos labios que una vez me deleitaron.
Del almacén de los suspiros, te enviaré uno que casi te pertenece, me lo entregó una mujer mientras yo le recitaba versos de una canción desesperada.
Las mirada de mi colección no tienen lugar determinado en mi alma y revolotean por doquier; ahora asoma una a mi memoria que quizá sea de tu agrado, es de un octogenario mirando con ternura tu morada de Isla negra.
En la esperanza de que te llegue más pronto que tarde este envío, recibe un abrazo de este coleccionista de utopías.
El día 18, se cumplieron
71 años del asesinato de mi abuelo, Tomás Méndez Fernández, en una cárcel
franquista, oficialmente murió como otros cientos de presos, de una
endocarditis, yo sé, que fue asesinado con la bala de la desidia, igual que
Miguel Hernández.
La activista Maite escoltada por dos de sus peligrosos guardaespaldas
En esta instantánea, se puede observar a la
activista preparando un cóctel Molotov con la intención de entregarlo a los compañeros, imaginamos con qué nocivas intenciones
Aquí se puede observar a Maite realizando
una de las acciones que le han granjeado el sobre nombre de activista
peligrosa.
Maite una activista muy peligrosa
Maite,
Maite, Maite, yo entiendo tu enfado, pero comparto el porqué la autoridad
competente “militar por supuesto” te prohibió la entrada en el centro comercial
de Carrefour en Mérida, ten en cuenta que venias de una marcha muy larga y es
de suponer que las baterías de la silla de ruedas que te porta, tenían que
estar tan calientes como los ánimos de los manifestantes, por lo tanto era más
que probable que al cambio de temperatura entre la calle “que empieza a ser
otra vez del pueblo” y el aire acondicionado del Carrefour, se produjese una
alteración molecular de los componentes líquidos de la batería y saltase todo
el carrefour por los aires, lo que conllevaría importantes pérdidas económicas
para la firma comercial, además del susto morrocotudo que sufrirían los
responsables de la seguridad de ese centro comercial.
Maite
has de entenderlo, una cosa es manifestarse en la calle que es de todos y otra
muy distinta es, ataviada con una camiseta de la PAH, en la que haces tuya sus reivindicaciones,
pretender tomar café en unas instalaciones construidas para y con ánimo de
lucro y eso para el sistema capitalista es sagrado, aunque el Carrefour deba a
la seguridad social 350 millones de €, pero bueno eso es otro asunto y se
arregla en los despachos SOBRES todo en los despachos.