domingo, 30 de octubre de 2016

ETAPAS

Alguien dijo en alguna ocasión que cuando uno habla más de los recuerdos que de los proyectos comienza a envejecer. Y no debe de ser cierto. Me remito al libro de poemas “Etapas” que mi  amigo el poeta Manuel González ha escrito y publicado en la Editorial Renacimiento. 2016.

















En él hace un recorrido por los diferentes momentos que marcaron en cierta medida esas etapas decisivas de su vida, y digo que no debe de ser cierto el dicho, puesto que Manuel es una fuente inagotable de proyectos.

He disfrutado este último sábado leyendo la poesía que encierra este “Etapas”, lecturas que me han trasladado en ocasiones a la niñez, recordando algunos episodios que ya tenía depositados en el anaquel del olvido, me ha hecho recordar los primeros besos, los primeros escarceos
con la sexualidad y alguna que otra reflexión de aquella incipiente madurez ya cada vez más lejana. En fin que este libro ha servido además de para disfrutar de la poesía, para poner un poco en orden los recuerdos y eso siempre es de agradecer.

Hace el autor un recorrido por la memoria y, a través de los poemas impresos en este metafórico dietario, nos rememora los episodios que a buen seguro marcaron su niñez, forjaron su juventud y curtieron su madurez.
En el primer poema del libro “Gafas” nos revela con nitidez la triste infancia que le tocó vivir.
A los once años
me llevaron al oftalmólogo. 
El diagnóstico, sencillo.
Vista cansada.
No me extraña.
A esa edad
había visto demasiado.

A pesar del ambiente belicoso en el que el poeta tuvo que desenvolverse durante toda su infancia, son mínimas las referencias que hace a la violencia en forma de palabras, como si quisiese dejar constancia de lo vivido, pero con la decidida intención de que ello no sea una rémora en su vida; sólo una vez en el libro menciona la palabra pistolas, lo hace en el poema “Miedo”, pag. 19. Y, ni el título ni la palabra pistolas están elegidos al azar. Leyendo el poema podemos observar lo lúgubre del mismo
“… los antiguos idiomas salían del mar,
volvía a coser las flores,
y llamar infancia al cuarto del fondo
donde se guardaban las pistolas”.

y con la elección de las pistolas como última palabra del poema, pareciera querer remarcar el temor que suscitaba en el niño aquella situación en la que vivía, por otro lado nada pedagógica. Los cuarteles no son lugar para la infancia.

También menciona en una sola ocasión, las palabras: fusiles y armas, en los poemas:
 Niño pag. 21,
…La otra cara de la hierba húmeda
Eran fusiles en alto…
Y,
 “Pantalones cortos” : pag. 23
…Llegamos juntos desde una guerra triste.
Las armas nos dejaron sin libros…



Un poema afligido este “Pantalones cortos”, el niño toma conciencia de la represión que se vive en su entorno y es consciente de que el que el único sentimiento de libertad lo percibe a la hora de abandonar el claustro en el que reside para asistir a la escuela.

Las otras referencias que el poeta hace al militarismo en este poemario son: “Uniforme” dos veces, pag. 17 y 19 y bandera, mencionada en tres ocasiones, pag. 17, 39, 47, aunque únicamente en el poema “A oscuras”, pag. 17,  menciona  bandera con carácter belicoso:

…detrás del humo de los cigarros.
 En las banderas de guerra. 
que ondeaban en casa.


En el poema “Sueños” pag. 39, nos ofrece una bandera para la paz:

…Soldados de plomo valientes
Para izar banderas blancas…

En el poema “Refugio” pag. 47. La bandera es de amor. Bello poema de esperanza y ternura.

…Esa es la razón de los mediodías.
hago bandera en la camiseta
que llevas puesta…

La palabra “guerra” es también mencionada en tres ocasiones, en las pag. 17,  26, 35.

En la segunda y tercera parte del libro logra el autor con los poemas cortos arrancarnos una sonrisa a veces y siempre hacernos reflexionar. Tienen su intríngulis entre otros:
Así, pag. 52.

Quererte así,
sin más.
Sin planes de vuelo.

Un día de estos, pag. 53.
 Un día de estos
voy a comerme ese país
que empieza en tu boca,
y a ver
qué hacemos luego.

“Herida” pag. 67.

Mi herida se cerró.
Nunca estuvo hecha de puntos suspensivos.

 “Frente al mar” pag. 68.
De las palabras frente al mar
nadie puede defenderse.

Nos muestra el poeta de modo subliminar la tristeza de las experiencias vividas, menciona la lluvia portadora de melancolía a lo largo de la obra en siete ocasiones, el invierno como introversión o recogimiento en cinco y nos señala el indeleble deseo de libertad en nueve ocasiones con la palabra mar.

Esa libertad que por fin consigue y que nos desvela en el poema “Tabla de salvación”
Pasaron los tiempos
de poner todo contra la pared.

…Tu conjuro tenía la misma edad
de mi primera mañana,

…Todo lo interminable
volvió a sus cuarteles de invierno.

…En esa boca con vistas al mar,
los besos guardaban el sabor
de quien baila sintiéndose libre.


No es Manuel un poeta que guste del barroquismo, de palabras rebuscadas u oscuras para dar cierto halo enigmático a su poesía, sino más bien todo lo contrario, su voz es transparente, cálida, cercana y reflexiva, con todo ello consigue hacer que sintamos como nuestros sus poemas, esos poemas que a todos en algún momento nos hubiera gustado escribir.

Nos enternece esa cercanía con que el poeta consigue involucrarnos en su obra.
  
En cuanto al mensaje poético que encierra este “Etapas”,  Manuel, nos invita a descubrirlo a bordo del tren de la meditación, ese tren que va sin prisas, parando en todas las estaciones (poemas) para disfrutar de la genuina cualidad que cada verso encierra.

Querido Manuel, gracias por este “Etapas” que nos transporta a épocas que de algún que otro modo, unos  hemos disfrutado y otros padecido.


Eladio Méndez.


Mérida octubre de 2106.