En
él hace un recorrido por los diferentes momentos que marcaron en cierta medida
esas etapas decisivas de su vida, y digo que no debe de ser cierto el dicho,
puesto que Manuel es una fuente inagotable de proyectos.
He
disfrutado este último sábado leyendo la poesía que encierra este “Etapas”,
lecturas que me han trasladado en ocasiones a la niñez, recordando algunos
episodios que ya tenía depositados en el anaquel del olvido, me ha hecho
recordar los primeros besos, los primeros escarceos
con
la sexualidad y alguna que otra reflexión de aquella incipiente madurez ya cada
vez más lejana. En fin que este libro ha servido además de para disfrutar de la
poesía, para poner un poco en orden los recuerdos y eso siempre es de
agradecer.
Hace el autor un recorrido por la memoria y, a
través de los poemas impresos en este metafórico dietario, nos rememora los
episodios que a buen seguro marcaron su niñez, forjaron su juventud y curtieron
su madurez.
En el primer poema del libro “Gafas” nos revela con
nitidez la triste infancia que le tocó vivir.
A los once años
me llevaron al oftalmólogo.
El diagnóstico, sencillo.
Vista cansada.
No me extraña.
A esa edad
había visto demasiado.
A pesar del ambiente belicoso en el que el poeta
tuvo que desenvolverse durante toda su infancia, son mínimas las referencias que
hace a la violencia en forma de palabras, como si quisiese dejar constancia de
lo vivido, pero con la decidida intención de que ello no sea una rémora en su
vida; sólo una vez en el libro menciona la palabra pistolas, lo hace en el
poema “Miedo”, pag. 19. Y, ni el título ni la palabra pistolas están elegidos
al azar. Leyendo el poema podemos observar lo lúgubre del mismo
“… los antiguos idiomas salían del mar,
volvía a coser las flores,
y llamar infancia al cuarto del fondo
donde se guardaban las pistolas”.
y con la elección de
las pistolas como última palabra del poema, pareciera querer remarcar el temor
que suscitaba en el niño aquella situación en la que vivía, por otro lado nada
pedagógica. Los cuarteles no son lugar para la infancia.
También menciona en
una sola ocasión, las palabras: fusiles y armas, en los poemas:
Niño pag. 21,
…La otra cara de la hierba húmeda
Eran fusiles en alto…
Y,
“Pantalones cortos” : pag. 23
…Llegamos juntos desde una guerra triste.
Las armas nos dejaron sin libros…
Un poema afligido
este “Pantalones cortos”, el niño toma conciencia de la represión que se vive
en su entorno y es consciente de que el que el único sentimiento de libertad lo
percibe a la hora de abandonar el claustro en el que reside para asistir a la
escuela.
Las otras referencias
que el poeta hace al militarismo en este poemario son: “Uniforme” dos veces,
pag. 17 y 19 y bandera, mencionada en tres ocasiones, pag. 17, 39, 47, aunque
únicamente en el poema “A oscuras”, pag. 17, menciona bandera con carácter belicoso:
…detrás del humo de los cigarros.
En las
banderas de guerra.
que ondeaban en casa.
En el poema “Sueños”
pag. 39, nos ofrece una bandera para la paz:
…Soldados de plomo valientes
Para izar banderas blancas…
En el poema “Refugio”
pag. 47. La bandera es de amor. Bello poema de esperanza y ternura.
…Esa es la razón de los mediodías.
hago bandera en la camiseta
que llevas puesta…
La palabra “guerra”
es también mencionada en tres ocasiones, en las pag. 17, 26, 35.
En la segunda y
tercera parte del libro logra el autor con los poemas cortos arrancarnos una
sonrisa a veces y siempre hacernos reflexionar. Tienen su intríngulis entre
otros:
Así, pag. 52.
Quererte así,
sin más.
Sin planes de vuelo.
Un día de estos, pag.
53.
Un día de
estos
voy a comerme ese país
que empieza en tu boca,
y a ver
qué hacemos luego.
“Herida” pag. 67.
Mi herida se cerró.
Nunca estuvo hecha de puntos suspensivos.
“Frente al mar” pag. 68.
De las palabras frente al mar
nadie puede defenderse.
Nos muestra el poeta de
modo subliminar la tristeza de las experiencias vividas, menciona la lluvia
portadora de melancolía a lo largo de la obra en siete ocasiones, el invierno
como introversión o recogimiento en cinco y nos señala el indeleble deseo de
libertad en nueve ocasiones con la palabra mar.
Esa libertad que por
fin consigue y que nos desvela en el poema “Tabla de salvación”
Pasaron los tiempos
de poner todo contra la pared.
…Tu conjuro tenía la misma edad
de mi primera mañana,
…Todo lo interminable
volvió a sus cuarteles de invierno.
…En esa boca con vistas al mar,
los besos guardaban el sabor
de quien baila sintiéndose libre.
No es Manuel un poeta que guste del
barroquismo, de palabras rebuscadas u oscuras para dar cierto halo enigmático a
su poesía, sino más bien todo lo contrario, su voz es transparente, cálida, cercana
y reflexiva, con todo ello consigue hacer que sintamos como nuestros sus
poemas, esos poemas que a todos en algún momento nos hubiera gustado escribir.
Nos enternece esa cercanía con que el
poeta consigue involucrarnos en su obra.
En cuanto al mensaje poético que
encierra este “Etapas”, Manuel, nos
invita a descubrirlo a bordo del tren de la meditación, ese tren que va sin
prisas, parando en todas las estaciones (poemas) para disfrutar de la genuina
cualidad que cada verso encierra.
Querido Manuel, gracias por este
“Etapas” que nos transporta a épocas que de algún que otro modo, unos hemos disfrutado y otros padecido.
Eladio Méndez.
Mérida octubre de 2106.