lunes, 2 de abril de 2012

Sé que la historia es la misma, la misma siempre que pasa (León Felipe)






Los conductores de Nueva York 1886.

“Es una huelga justa”. Al describirla para los lectores de “La Nación” de Buenos Aires, José Martí acentúa aquellos aspectos que le dan validez:
...De mala alma se necesita ser para no sentir cariño por estos pobres soldados de la vida, de pie día y noche en la plataforma de sus carros, azotados por la nieve, empapados por la lluvia, arremolinados en la ventisca, salpicados de fuego; y a cuyo tesón y resistencia deben los habitantes de la ciudad el poder ir de un lado a otro, cómodos y con buen calor, a ganar la olla de la casa.
...venía pidiendo la gente de los carros dos pesos al día por trabajar en pie doce horas, a lo cual [las] compañías, ahítas de dividendos, contestaban aumentando las horas y disminuyendo el sueldo...






Los mineros de Reading 1888.

Tuercen los coches, buscando paso libre, y el gentío se lo cierra. ¡Allá van, persiguiendo a un “nuevo traidor”, los mineros en huelga con piedras en el puño! La policía les corre atrás y ase del cuello a un bravo que le encara; acuden a salvarlo sus amigos; y el bravo; a un balazo de mano oculta, cae de bruces en tierra. “¡De la policía fue esa bala!” Saca otro un revólver y dan sobre él dos, cuatro, diez, los uniformes. Le aporrean la cabeza, amartillan con la cabeza los adoquines. De un porrazo le quiebran la pierna con que se defiende. Con las rodillas sobre el pecho sujetan al suelo al obrero valioso. Llega chispeando el carro de la policía. A los que vocean, les dan puñadas en la boca...

Artículo publicado en “La Nación” de Buenos Aires, el 9 de marzo de 1888.




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