Hay que carecer de conciencia
solidaria o servir a oscuros intereses para no sentir al menos simpatía con la
causa de estos obreros de la dignidad, con estos compañeros y compañeras, que,
empapados por la lluvia y a veces también quemados por un sol de justicia,
mantienen izado el estandarte de la dignidad después de dos meses de acampada.
Estos compañeros y compañeras
que continúan con la moral alta y las fuerzas intactas del que sabe que sus
exigencias son justas.
Estos compañeros y compañeras, que, por su
tesón y resistencia, han conseguido que los tres grupos políticos con
representación parlamentaria en Extremadura corrijan al alza las
reivindicaciones de las coberturas sociales, aunque aún son a todas luces
insuficientes, ya que el gobierno autonómico ofrece cobertura de renta básica
para entre cuatro y seis mil parados cuando de todos es conocido que en estos
momentos en la región existen aproximadamente 70.000 personas sin ningún tipo
de cobertura social.
En el Campamento
Dignidad de Mérida se ha sembrado la semilla de la conciencia obrera, semilla
que el viento solidario ha esparcido por Extremadura y ya florecen sus espigas
fraternales en Plasencia, Almendralejo y Badajoz, espigas que se harán trigo
para alimentar la conciencia y la dignidad del pueblo extremeño.
Los compañeros de
los Campamentos Dignidad no pretenden logros personales, saben que esta lucha
es colectiva, que aquí no caben intereses individuales, que el éxito de esta
empresa depende de la unión de todos.
Reivindican los
componentes de los Campamentos Dignidad, la justicia social a la que todo
individuo tiene el derecho de aspirar y la obligación de defender.
El Campamento
Dignidad, que nació con la idea de reivindicar para los ciudadanos extremeños
en situación de precariedad, una Renta Básica de los iguales
nunca de los miserables,
el fin de los desahucios y la creación de 25.000 empleos públicos, ha ido
creciendo en componentes e ideas, convirtiéndose en un movimiento popular por los derechos sociales,
donde existe un núcleo de vida cotidiana, fraternal y solidaria; se ha
convertido en una oficina itinerante de gestión y asesoramiento donde se
aglutina y comparte información sobre nuestros derechos como individuos y
nuestras obligaciones como ciudadanos, facilitando también, en la medida de
nuestras posibilidades, alimentos a los más desfavorecidos gracias a la
solidaridad de los ciudadanos de Mérida, quienes aportan todo tipo de víveres a
la causa.
A estas acciones que
nacen en los Campamentos Dignidad, las califican, políticos de la catadura
moral del Señor Floriano y la señora Coz pedal, como de izquierda
antidemocrática, violentos perturbadores y pseudoterroristas,
Y nosotros
afirmamos: que si existe violencia en el digno acto de ser solidario ¡somos
violentos! Si existe violencia en la reivindicación de la justicia, ¡somos
violentos! Si existe violencia en organizarnos para exigir nuestros derechos,
entonces, ¡somos violentos!
Que si es terrorismo
señalar a los banqueros responsables de los desahucios, ¡somos terroristas! Si
es terrorismo señalar a los políticos responsables de inducir por omisión a
decenas de personas al suicidio, ¡somos terroristas! Si es terrorismo
identificar a los políticos corruptos responsables con sus actos de originar la
miseria del pueblo, entonces, que con sus leyes nos condenen, la dignidad será
nuestra defensa.
Y, por último,
afirmamos que esta casta política que nos tacha de violentos son los mismos que
con sus leyes hechas medida, obligan a las fuerzas de seguridad del Estado a
actuar con violencia desmedida ante quienes nos manifestamos pacíficamente
contra el orquestado deterioro y sistemático desmantelamiento del estado del
bienestar, que tanto sacrificio en sangre y libertades costó a lo largo de estos
últimos cuarenta años.
Por todo lo
expuesto, nos reafirmamos en el convencimiento de la necesidad de continuar en
la lucha hasta conseguir hacer realidad las reivindicaciones originarias de
estas protestas. ¡SI SE PUEDE!
Campamento
Dignidad. 18/04/13
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