domingo, 4 de agosto de 2013

XV Encuentros de Voces del Extremo

Entre los  días 24 y 27 de julio, se han celebrado en Moguer los XV encuentros de “Voces del Extremo”. Este año con el lema “Poesía y Espiritualidad”, concluyendo los mismo con la ya imprescindible fiesta que la editorial crecida nos ofrece en Isla Canela, concretamente en la casa de Eladio Orta, también conocida como la casa de las retamas, en esta fiesta, es también costumbre presentar las últimas publicaciones de la editorial, en esta ocasión, se presentó el libro “Ruidos de Venenos” de Eva Vaz. En los mencionados encuentros y entre varias decenas de compañeros, he tenido el privilegio de participar junto al poeta Joaquín Gómez y la también poeta Isabel María Méndez.

Aquí os dejo una pequeña reseña de nuestro paso por esos maravillosos encuentros.

Comida en el Mesón el Raposo, con Antonio Gómez, Ibeas, Marifé, José Domingo, Joaquín, Eladio, Lali, Mari e Isabel María.





Isabel Mª,  en la vía pública participando en una acción poética de los Bío Lentos


Isabel Mª  recitando en el patio de la casa de Juan Ramón Jiménez. 


Un poema de Isabel Mª

La Llamada de la sangre
Claro que siento la llamada de la sangre, como no sentirla cuando me visita dos veces al día, tres si dejo la puerta abierta;y me dice a grito pelao:-“Bichitoooooo, ¿quieres unas migas?”, Es entonces cuando muerdo casi novecientos kilómetros y maldigo cada palmo que nos separa, y no me como las migas, pero me hincho igual, me hincho de ganas de tragarme este aire que rellena el espacio que dista entre las encinas y este agua salada, comerme un buen plato de migas, y de postre, abrazaros.




 Joaquín Gómez, en un momento de su intervención en el patio de la casa museo de Juan Ramón y Zenobia.

Un poema Acción de Joaquín Gómez



Una foto familiar, junto a Platero 


Eladio, en un momento de su lectura en el patio de la casa museo de Juan Ramón y Zenobia.
Un poema de Eladio.

Despedida


Cuando intuyas que me resta
poco más que un suspiro
para ser sólo recuerdo
y el momento ineludible
de partir esté cercano,
dime adiós con la mirada.

Para que una ráfaga de olvido
no se lleve el eco de tus labios,
y tu voz no se pierda
por las recónditas sendas
que conducen al crepúsculo,
dime adiós con la mirada.

Despídete, mi amor,
mirándome y séllame los ojos
con el aliento trémulo
de quien augura con certeza
el final de esta breve singladura.




Aquí en casa de mi tocayo  Eladio Orta, disfrutando de la presentación del libro "Ruido de venenos"  de Eva Vaz.