domingo, 30 de mayo de 2010

Nana para el gitanito
Que no tenía cuna



Piel de canela y llanto.
¡Ay! Luna lunita luna,
duerme el niño entre cartones
porque no tiene una cuna.

Un sonajero de ausencias
le regala una gitana.

¿Por qué a los niños sin cuna
nadie regala esperanzas?..

¡Ay luna lunita luna,
nadie les da una esperanza.

domingo, 23 de mayo de 2010

Nana para el niño que dormía
a su hermanito

En una choza de juncos,
sentadito en una piedra,
estás cantando una nana
para que tu hermano duerma.

Su madre ya está en el cielo,
se fue con la primavera,
el niño de cinco añitos
está llorando de pena.

Duérmete, hermanito mío.
Aunque la noche es cerrada,
la iluminará un lucero
al escuchar esta nana:

“Mí niño se está durmiendo
en una cuna de plata
y sueña que es bucanero
con grandes barbas doradas.

En un bajel de ilusiones
ha de surcar la mañana
para conquistar las islas
de piñones y avellanas”.

domingo, 16 de mayo de 2010

Nana del hijo del pescado

Hoy tu padre se ha dormido
en olas de espuma blanca,
ya nunca pondrá sus labios
sobre tu frente de nácar.

En el mar de tus ojitos
se refleja la amargura
mientras tu madre musita
una nana con ternura.

Te voy a hacer un moisés
con la forma de un barquito
para que duermas y sueñes
sirenas y pececitos.

lunes, 10 de mayo de 2010

Nana para un huerfanito


En el hospicio no hay cunas
ni madre que te consuele,
sólo niños huerfanitos
y tristeza en las paredes.

Niños de sonrisas yertas
y de miradas amargas,
como soles de mercurio,
así se vierten sus lágrimas.

A través de la ventana
se está colando la luna,
y son sus rayos de lirios
ramilletes de ternura.

Duérmete, cariño lindo,
aunque no te canten nanas,
ni te abracen, ni te besen,
ni te ofrezcan esperanzas.

Nana para un huerfanito

domingo, 2 de mayo de 2010

Antinana para no dejar
dormir a los niños de África

Febrilmente asustado
llora el niño en la noche
y su cuerpo menudo
lo acaricia la luna.

En esa pobre tierra
donde las hienas gruñen
las nanas con sus risas
las alas de los buitres
parecen castañuelas.

Febrilmente cansado,
como si fuese un juego,
el niño se adormece
sobre los matorrales.

Febrilmente despierto,
con los ojos cerrados,
el niño se sosiega
cuando despunta el alba.

Las hienas y los buitres,
febrilmente en alerta,
aguardan su alimento
con voraz apetencia.