domingo, 6 de junio de 2010

Nana para un niño nómada


No tiene casa mi niño
ni cuna para que sueñe.
Está llorando en silencio
y su llanto me estremece.

Un caudal de mariposas
le va cubriendo su cara
y son mis trémulos labios
las redes que las atrapan.

Duérmete, bello lucero,
en los brazos de tu madre,
que está llegando la noche
y viene para asustarte.

Duérmete hasta el alba, hijo,
duérmete, mi cielo, duerme,
que el trinar de la mañana
traeré para que despiertes.

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