martes, 10 de abril de 2012

Inmigrantes. Ilegales.



Se reencontraron tras una larga ausencia
y sin mediar palabra
se fundieron en un inmenso abrazo,

abrazo que duró lo que un abrazo dura,
apenas unas lágrimas
algún que otro suspiro,

y tras desabrazarse
la piel del sentimiento
se les cayó a jirones.

Después, la despedida,

hay que ser impalpables
para seguir viviendo…

Sabed los insolidarios
que en las tierras hostiles
el transcurrir del tiempo
se mide con clepsidras de llanto.


Eladio Méndez

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