No eran muchos, pero todos portaban con gallardía sobre sus espaldas, las reivindicaciones, la solidaridad y las ilusiones de miles de obreros/as diseminados por toda le geografía Extremeña, también las esperanzas que en ellos han depositado.
Esos compañeros/as, ahora obligadamente ociosos, son los mismos que durante siglos han creado riqueza a pesar de haber sufrido el azote del látigo opresor de la nobleza y del capitalismo más exacerbado.
No, no eran muchos, tampoco fuimos muchos a recibirlos, pero los que salimos a su encuentro, abrimos nuestros brazos solidarios y nos fundimos en un inmenso y fraternal abrazo metafórico.
No puedo describir lo que sentí al ver a esos hombres y mujeres pisar las calles de esta vetusta ciudad, sus rostros marcados por el cansancio, su caminar lento y descoordinado por el esfuerzo y sin embargo la moral intacta y el paso decidido.
Gracias compañeros/as por la lección de dignidad que nos habéis regalado. Y como dijo al final del acto junto a la Asamblea el compañero Manuel Cañada, para que se produzca un vendaval primero ha de soplar una tenue brisa, vosotros compañeros, con este acto habéis comenzado a agitar el viento de la emancipación.Salud y dignidad.
Fotos y comentarios.
Eladio Méndez.
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